EL DUENDE

En el Beni, este personaje es muy conocido gracias a las muchas historias que se cuentan de él que exaltan la imaginación popular.

Casi todas las historias coinciden en que es un ente de sexo masculino, de baja estatura, casi enano, con piernas cortas. Cubre su cabeza con un sombrero de paja ancho que casi le tapa la cara y usa una larga bata blanca que deja al descubierto sus enormes pies, desproporcionados para su tamaño. De hecho, el personaje es estrafalario.

Los cuentos e historias que se narran sobre él muestran a un duende travieso y juguetón, pero también de mal carácter y caprichoso.

Se dice que rapta a niños de corta edad y los lleva al monte, donde los encierra en un corral y los alimenta con frutas y leche. Allí juega con ellos y su manía es trenzarles primorosamente el cabello en pequeñas simbas. Los niños raptados no regresan y si lo hacen, pierden la memoria.

Al duende le gusta galopar toda la noche en los caballos de las estancias ganaderas, que amanecen sudorosos y con las crines y colas perfectamente trenzadas en apretadas simbas.

Le encanta hacer "jochas", como esconder cosas o cambiarlas de lugar, echar tierra a los alimentos, hacer nudos ciegos con la ropa lavada y "jonear" con semillas y piedritas.

Las madres campesinas sienten miedo cerval por el duende, temiendo que les robe a sus hijos cuando los dejan solos.

Se dice que el duende es extremadamente asqueroso, de modo que, para zafarse de sus persecuciones, hay que simular que se come caca o toma orina. De esta manera, el duende se aleja para siempre.